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La rebelión de las fresas

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Jornadas de 12 horas, semanas sin día de descanso, acoso sexual, amenazas, salarios de hambre, agua salada para beber, insultos y desprecio forman el carrusel de denuncias en el campamento de la colonia 13 de Mayo, en San Quintín, Baja California.

Ahí, a la luz de la fogata donde se inflan las tortillas y el polvo envuelve todo, los jornaleros migrantes, indígenas que vienen de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, cuentan experiencias como la de Teresa, quien viste un huipil rojo —típico de los indígenas triqui— y quien no quiso dar su apellido.

“He trabajado en muchos ranchos y en el rancho donde más me han faltado al respeto es con Popo García, hay mayordomos generales que me faltan al respeto como mujer y por defender mis derechos me han corrido y ellos siguen ahí. En los baños no hay papel sanitario, los baños están muy sucios, nos dan agua salada (para tomar), en tiempo de calor; pero nosotros no podemos pedir, ni exigir. Si nosotros exigimos que nos adelanten el agua para que nos quede más cerca, ellos se enojan con nosotros”, cuenta.

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Esta rica zona agrícola tiene 250 mil hectáreas sembradas, en su mayoría de fresa y tomate, pero también hay chícharo, cebolla y pimientos. Según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2013 tan solo la filial de Driscolls, BerryMex, movió 123 586 toneladas de fresa, que se traduce a un 5 a 10 por ciento de la producción mundial de la marca, que incluye 23 países.

Hay unos 70 ranchos, 70 por ciento de ellos agrupados en 24 empresas que son representadas bajo el Comité de Agricultores del Valle, incluyendo Los Pinos. Éste tiene 60 años de historia en el cultivo de tomates y otras hortalizas y emplea a hasta 4000 personas en temporada alta; y BerryMex, que cultiva fresa y acaba de expandirse para incluir arándano y frambuesa, cultivados en invernadero. Produce 10 meses del año y exporta para abastecer principalmente a California.

Desde octubre del año pasado —a un par de meses de iniciar la temporada fuerte de fresas— los líderes del movimiento jornalero pidieron una mesa de diálogo con el gobierno estatal, al margen de los sindicatos a los cuales desconocen en su pliego petitorio.

No hubo diálogo por casi cuatro meses, hasta que el 17 de marzo del 2015, ya por acabarse la temporada, los jornaleros tomaron la carretera transpeninsular, arteria por la que fluye toda la producción agrícola de la península.

El primer intento de diálogo después de la toma carretera terminó en un enfrentamiento con autoridades, con saqueos a comercios, pedradas, un centenar de detenidos y varios heridos, incluyendo un jornalero que por una bala de goma casi pierde la mano.

“El gobierno llama mesa de diálogo al día que nos recibieron a balazos”, dice Fidel Sánchez, uno de los cuatro líderes visibles del movimiento jornalero, que resulta inusual en una zona donde no había habido una huelga de esta magnitud en los últimos 25 años.

Tres días después de la toma carretera, el gobernador del estado, Francisco Vega, declara que en el conflicto jornalero vienen camiones de otros estados llenos de agitadores y que detrás de los jornaleros está el partido de izquierda Morena y grupos desestabilizadores incluso del extranjero.

“Sabemos quienes son, que nunca han trabajado en el campo, quienes son las personas que están dirigiendo el movimiento. Uno de ellos trabajaba lo recuerdo, trabajaba en ABC, de regador, Fidel, el de sombrero y era muy bueno y después, le dio por andar en movimientos políticos; traía la ley del trabajo bajo el brazo y quemaron el empaque de ABC y fue él. Ahí el problema fue financiero, no le pagaban, él traía el movimiento y quemaron el empaque y a las oficinas”, dice Fernando Rodríguez, presidente y uno de los dueños de Los Pinos.

Una de las huelguistas que sigue a Fidel es Emilia, jornalera de 28 años que trabaja en el campo desde los 12 años, como lo hizo su madre antes de ella. Indígena de origen oaxaqueño, se casó a los 14 años, tiene tres hijos, una niña de 11, y dos niños de 7 años y 18 meses de edad. Trabaja desde hace 2 años en BerryMex recolectando frambuesa.

“Venimos sacando 933 pesos, trabajando los 6 días, pero si fallamos un día nos quitan 300 pesos, venimos sacando 600 pesos a la semana; la temporada baja. En temporada alta depende de cada uno de nosotros, cuánto nos rinde la pizca de mora, de tomate, dependen de las jarras o cajas o botes de lo que hagamos, depende. Yo lo que he ganado al día son unos 300 pesos, pero salgo de mi casa a las 5:30 y llegó a las 8 de la noche a mi casa y no veo a mis hijos”, cuenta Emilia, mostrando los recibos de Moramex, la empresa administrativa de BerryMex, donde se muestran semanas de pago de entre 488 pesos y hasta 1314 pesos de pago la semana antes de la huelga.

En su experiencia, la huelga es la última opción de dialogar con los patrones, porque si se alarga, ella y su familia no tendrán que comer.

En pocos días de paro se disparó el precio de la fresa de 70 a 110 pesos la caja.

Los campos están secos y con hierba, y las fresas —que apenas duran perfectas unos tres días ya maduras— lucen quemadas y suaves, sin que nadie las rescate de la muerte.

Marcos Estudillo, vocero del Comité Agrícola explica que ellos como patrones no estuvieron convocados al diálogo y que en los 15 días de la huelga se han perdido al menos unos 100 millones de dólares.

“Con el paro perdimos 50 por ciento de nuestra capacidad productiva, ¿quién querría perder eso?, ¿por valientes?, nos agarró totalmente descuidados, porque no es la manera en la que solemos arreglar los conflictos aquí en el Valle… cuando ya nos enteramos de cuál era el reclamo y que firmaron trabajadores les dijimos que en lo salarial ofrecimos el 6, 8, y terminó siendo el 15 por ciento de aumento porque no podríamos negociar jamás el 150 por ciento que pedían originalmente”, declaró el representante del Comité.

En menos de una semana, a los huelguistas se suman la organización de César Chávez, United Farmworkers (UF) así como el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales FIOB que opera principalmente en California.

FIOB emite un comunicado denunciando que en México el 90 por ciento de los jornaleros no cuenta con contrato de trabajo y a nivel nacional 20 por ciento de la fuerza laboral son menores es decir casi medio millón de trabajadores y que se ha documentado la muerte de 40 menores de edad en campos agrícolas del 2007 a la fecha y envía una carta al Secretario de Trabajo en México pidiendo atender la situación de los jornaleros en paro.

El diputado local Juan Manuel Molina, presidente de la Comisión de Justicia dice que el verdadero culpable no es la empresa sino el gobierno federal por no mandar inspectores del IMSS ni de SCT para verificar las condiciones de los empleados que en un 70 por ciento no están afiliados al IMSS.

Rodríguez, de familia panista y cuyo hermano fue secretario de Fomento Agropecuario del estado, dice que el compromiso de la familia con el Valle lleva 60 años, construyendo sus propias clínicas, escuelas, guarderías, un centro cultural, presta infraestructura para un grupo de voluntarios que va cada 15 días, los samaritanos del aire, Flying Sams, pero aclara que ninguna empresa puede hacer el trabajo que le corresponde al gobierno.

“Hace varios años la empresa hacia terrenos, agua y el gobierno del estado que haga la parte que corresponde, porque se donó el terreno, se hizo pie de casas y al final el gobierno del estado […] no hubo buen seguimiento y al final quedaron en manos de gente que no es nuestro trabajador”, lamenta Rodríguez.

Ese mismo señalamiento hace Soren Bjorn, vicepresidente ejecutivo de Driscolls en América que atribuye el tema de la huelga a una situación general de crisis en el país y a la urgencia de inversión en proyectos de infraestructura en agua, drenaje, carreteras y hospitales, que dependen del gobierno en todos los niveles.

“Hay muchas cosas que contribuyeron a este conflicto, como lo es la subida del dólar, en una región como Baja que depende tanto de ello. Además de la disminución del poder adquisitivo de la gente y el incremento de precios, esto contribuye a la presión de los trabajadores, aunado a la cercanía con California que hace una dinámica distinta con el sindicato”, agrega Bjorn.

“Es crítico que lleguen hasta el Valle (de San Quintín) los proyectos de infraestructura que se necesitan y eso no depende de nosotros” agrega Bjorn.

Se extiende el reclamo

Las demandas del movimiento incluyen separarse de los dos sindicatos con los que actualmente se tiene contrato colectivo; afiliación masiva al Seguro Social; el castigo a quienes acosen sexualmente a las jornaleras; pago de horas extras, día de descanso y festivos laborados; el incremento del pago por hasta 300 pesos diarios (unos 20 dólares) y el incremento del precio por producto, ya sea en caja, jarra o cubeta para incrementar el pago por destajo.

La última oferta del abogado del Comité, Alberto Muñoz, fue del 15 por ciento y se retiró de la mesa de diálogo.

En respuesta, unos 600 jornaleros viajaron por todos los municipios del estado hasta llegar a Mexicali, donde dijeron rechazar el aumento y continuar con las demandas, incluyendo documentar violaciones a los Derechos Humanos.

Entre ellos Emilia, que besa a sus tres hijos antes de subirse al camión que la llevará a Mexicali.

Desde Los Ángeles, las organizaciones de trabajadores anuncian una caravana a San Quintín para finales de abril.

Estudillo explica que el salario que refieren los trabajadores de 130 pesos al día (unos 9 dólares) es ficticio, ya que la gran mayoría de los trabajadores trabaja a destajo y se les paga por volumen.

BerryMex es el mayor empleador de la zona, con hasta 4000 personas en temporada de pizca. Es de las más mencionadas entre los jornaleros en paro por despidos injustificados, malos tratos, mala paga y amenazas para no participar en la huelga.

Mientras los huelguistas rechazan la oferta del 15 por ciento de aumento del Comité Agrícola, BerryMex toma otra vía para lidiar con los huelguistas y el primero de abril anuncia un incremento del 20 por ciento a sus salarios.

Luján agrega que por ahora sus trabajadores han vuelto a sus puestos y se está minimizando la pérdida de 15 días de trabajo.

“El promedio ganando 2000 pesos a la semana, un trabajador; y los más fuertes estaban en 4000 pesos, los súper estrellas, el promedio general va a terminar en 2500 hasta 3000. Hemos querido invertir junto con el trabajador para crear eficiencias por incrementar sus ingresos”, explica Héctor Luján, presidente de BerryMex.

Al oír la noticia, aún en el campamento de Mexicali, Emilia titubea, no lo cree, pero quiere creer el aumento, quiere creer que podrá volver al trabajo sin represalias, pero aún no lo sabe.

“Si nos dicen que somos unos indios pata rajadas, pero gracias a estos indios pata rajadas ellos tienen el poder de tener la riqueza, de disfrutar un carro del año, de disfrutar una mejor comida y nosotros no. Gracias a nosotros están donde están y está bien que lo sepan”, dice Emilia.

Fernando Rodríguez parece darle la razón a Emilia cuando dice que ha aprendido con la huelga.

“El tema es cómo podemos tocar más a nuestra gente en el sentido de que ellos sepan la importancia que tienen para nosotros, cómo nos hacemos más fuertes en el sentido de que nuestra gente sepa todos los derechos que tiene y otro de nuestros lemas es liberar el potencial de nuestra gente, ser más incluyentes... que nuestra gente sea más productiva que gane dos veces más, que gane 5000 pesos a la semana, doblemente eficiente, yo ya tengo un ahorro, pago un impuesto menos”, dice Rodríguez

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