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Meditación zen, de moda en Occidente

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Se basa en observar los pensamientos sin engancharse a ellos y ayuda a conectar con la realidad y a vivir más despiertos y atentos, es la meditación zen, la moda que viene de Oriente. Un experto aclara sus pilares básicos.

Zen, palabra oriental de solo tres letras se ha puesto de moda en Occidente. Se la utiliza como sinónimo de una vida, natural, armónica y sosegada y, a menudo, como un ejemplo de decoración minimalista, sencilla y con toques orientales, o de ambientes propicios para el desarrollo espiritual.

También llevan el apellido zen, desde cursos de autoayuda y crecimientos personal, productos cosméticos y recetas de cocina, hasta música, expresiones artísticas e indumentaria, pero ¿en qué consiste el realmente está milenaria práctica oriental, que ahora se halla tan en boga?

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“La palabra japonesa zen proviene del término ‘chan’ chino y éste, a su vez, del sánscrito ‘dhyana’, que significa meditación o contemplación”, explica Fernando Pardo, maestro de la Escuela Kwan Um de Zen, de Barcelona (España) (y abad fundador del Bori Centro Zen.

“El zen deriva del budismo y es una de sus ramas más místicas que intenta preservar las enseñanzas originales del Buda histórico. No olvidemos que Buda quiere decir ‘aquel que ha despertado’”, añade Pardo, que es socio fundador y editor de La liebre de marzo, editorial especializada en Oriente, budismo, meditación y sicología profunda.

Según Pardo, “el zen pretende llevar al practicante a este despertar, conocido como iluminación, que nos permite ver la realidad tal cual es y, con dicho objetivo, se utiliza la meditación”.

“La meditación zen practicada con regularidad consigue llevar quien la desarrolla, con el tiempo, a un estado de relajación y calma mental que puede ser muy útil en nuestra ajetreada y estresante vida moderna”, apunta Pardo.

“Si seguimos profundizando nos puede también dar respuestas a muchas preguntas que se ha hecho la filosofía occidental a lo largo de los siglos”, completa.

En opinión de Pardo, el creciente auge del zen en Occidente tiene mucho que ver con que esta meditación puede ayudar a afrontar muchos de los desafíos e incertidumbres del mundo actual.

“Se están realizando estudios científicos en las principales universidades del mundo en los que se ha comprobado que la práctica del zen ayuda a mejorar la salud, tanto física como mental”, destaca este maestro zen.

Bálsamo contra el estrés

“A raíz de estos estudios muchas personas conocidas, tanto del ámbito artístico como científico, se han interesado por la práctica del zen, que anteriormente se veía como algo religioso y esotérico, pero al que ahora se le ha encontrado una vertiente muy práctica reconocida por científicos prestigiosos”, remata.

Para Pardo, la meditación zen tiene “unos efectos secundarios” muy útiles para la vida cotidiana, ya que la persona que la practica “puede lograr eliminar la ansiedad sin necesidad de consumir ningún tipo de fármaco y le puede ser muy útil para fenómenos como el déficit de atención o el insomnio”.

“La calma y ecuanimidad que nos puede proporcionar el zen pueden ser muy útiles en el trabajo y las relaciones, consiguiendo una mayor armonía en nuestros contactos con los demás y para ir disminuyendo la tensión nerviosa”, indica.

Pardo explica que en Occidente existen diversas escuelas de zen, y una de las principales es la escuela Soto, representada por discípulos del maestro zen japonés Taisen Deshimaru.

En Occidente también existen la escuela del zen cristiano, entre cuyas maestras se encuentra Ana María Schlüter y la monja Berta Meneses; y la escuela Rinzai, como la Kwan Um de Zen coreana, fundada por el maestro Seung Sahn, de acuerdo con Pardo.

Claves para profundizar

A quienes quieran profundizar en esta práctica, este maestro zen les recomienda dos libros clásicos, Las enseñanzas zen del Maestro Lin tsi y el Mumonkan y, entre la literatura moderna, aconseja leer La brújula del zen, del maestro Seung Sahn, y Mente zen, mente de principiante de Shunryu Suzuki.

Fernando Pardo ha elegido, algunas frases de estos libros que pueden servir de inspiración y, a la vez de estímulo, para entender o practicar el zen.

“De acuerdo al maestro Dogen de la escuela ‘Soto’, para comprenderse a si mismo hay que olvidarse de si mismo y entonces conectaremos con todas las cosas”, señala Pardo.

Según el abad del Bori Centro Zen, también puede ser útil una frase del maestro Seung Sahn: “Si abandonamos nuestra opinión, condición y situación, seremos infinitos en tiempo y espacio”.

Pardo concluye con un poema de tres líneas que nos habla del sentido de la vida y de la muerte, con un dicho zen:.

“La vida es como una nube flotante que aparece/La muerte es como una nube flotante que desaparece/Originalmente la nube no existe”.

“Llega la primavera, la hierba crece por si sola”.

“El significado u objetivo de estas frases quizá no sea fácil de comprender, pero precisamente esa es una de las claves del zen: ir más allá del pensamiento lógico y racional que tiende a clasificar, categorizar y juzgar, y despertar una consciencia más profunda que trasciende la mente ordinaria”, indica el experto.

Zen para novatos

El zen es, ante todo, una práctica y, aunque dura unas decenas de minutos diarios, los efectos beneficiosos de esta meditación se expanden a lo largo de la jornada, si se práctica de forma regularmente, de acuerdo al experto.

“Para practicar la meditación zen son muy importantes la postura y la respiración. Hay que cuidar que la espalda este recta y los hombros relajados. Se suele utilizar un cojín denominado zafú y tener debajo una colchoneta que se conoce como zafutón”, explica Fernando Pardo.

De acuerdo con este maestro, la postura debe intentarse sentados en el cojín y apoyando las rodillas en el zafutón, y puede ser en la posición de un loto completo (las piernas cruzadas con cada pie colocado encima del muslo opuesto, como la del Buda) o de un semiloto (una pierna sobre el muslo opuesto).

“En caso de que estas posturas no sean posibles puede utilizarse una silla, no olvidando mantener la espalda recta sin apoyarse en el respaldo”, sugiere.

“Al principio se pueden contar las respiraciones, que deben ser profundas, durando unos tres segundos la inspiración y unos siete segundos la expiración”, señala.

“Lo normal es que, al meditar de esta forma, al principio surjan pensamientos. La clave es no seguirlos y dejarlos aparecer y desaparecer a su aire. Con el tiempo estos pensamientos serán menores y entraremos en una calma profunda”, concluye Pardo.

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