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En competencia de guacamole, el que debe probarse es el partido republicano

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Para hacer un buen guacamole se necesita más que una buena receta. Los aguacates deben estar suficientemente maduros y hay que usar ingredientes frescos como cilantro, cebolla y chiles. Hay que salpicarle la cantidad exacta de sal y exprimirle suficiente limón para darle equilibrio.

Jeb Bush dice que sabe hacer un buen guacamole.

No necesito probarlo para creerle. El precandidato presidencial del partido republicano tiene todas las acreditaciones para ser un hispano adoptado: se casó con una mexicana, tiene hijos méxicoamericanos como yo, habla español con poco acento y en la universidad cursó la carrera de estudios latinoamericanos.

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Conozco a gente como él. Tengo amistades gringas que están enamoradas de la cultura latina. Son gente de mente abierta que saben apreciar nuestras costumbres y tradiciones, nuestras comidas y nuestros valores, y que pueden ser grandes aliados cuando están en posición de poder porque entienden la importancia de la diversidad y de los cambios demográficos del país.

La reforma migratoria es un ejemplo de cómo pueden ayudar personas como él.

Tengo poca duda de que si Bush llegara a ser presidente, él intentaría apasionadamente pasar una reforma migratoria. Lo sé porque de otra forma no estaría arriesgando su precandidatura hablando sobre el tema a sabiendas que históricamente, el ala conservadora de su partido rechaza esa postura.

Ahora, Bush tiene mucho que explicarle al electorado latino. Políticamente, sus posturas están desalineadas con las preferencias de la mayoría de los hispanos en cuanto a temas como la ley de salud Obamacare, el salario mínimo y las uniones entre homosexuales.

Pero dejemos eso a un lado por un momento. El que primero debe probarse con los latinos es el partido republicano, que perdió las últimas dos elecciones presidenciales en parte debido al bajo porcentaje de votos que recibió de este segmento del electorado. Y la forma de probarse es eligiendo a Bush como su candidato.

Vale la pena recordar que el encabezado del post mortem que hicieron los conservadores luego de perder las últimas elecciones fue que necesitaban conectar mejor con los latinos y ganar un porcentaje mayor del electorado hispano.

Tienen el potencial de lograrlo con un candidato como Bush, que en teoría podría aparecer en anuncios políticos hablando español, rodeado de su familia, preparando un delicioso guacamole desde su cocina, listo para celebrar el Cinco de mayo.

El partido republicano lo necesita. La pregunta es si el partido republicano está listo para alguien como Bush. La respuesta la iremos conociendo por etapas durante los siguientes meses, conforme vaya pelándose la cebolla amarga que es el proceso de elecciones primarias republicanas.

Para ganar las elecciones primarias pasadas, Mitt Romney tuvo que tomar una línea dura en contra de la inmigración ilegal y de esta forma apaciguar a los ultra conservadores que forman una buena parte del electorado republicano. Sin embargo, al hacerlo perdió cualquier oportunidad que pudo haber tenido para conectar con el electorado latino una vez que tuvo que competir por el voto de la población en general.

Su camino hacia la derrota ya estaba trazado.

La pregunta hoy es qué tanto permitirá el electorado republicano a Bush durante estas primeras etapas del proceso primario. ¿Lo castigarán por favorecer la reforma migratoria? ¿Y cómo reaccionarán los otros candidatos republicanos durante los debates? ¿Le echarán en cara su apoyo explícito a la reforma, o también se sumarán a la causa? ¿Se convertirá el tema migratorio en algo que se dará como hecho o incluso como parte de la plataforma del partido en 2016?

La elección de un candidato Bush contestará muchas de estas preguntas. De hecho, la elección de Bush sería aún más importante que la elección de un candidato presidencial que es latino de sangre como el ultra conservador Ted Cruz o el incluso Marco Rubio, ambos de ascendencia cubana.

De elegir a alguien como Bush, el partido republicano estaría en parte reconociendo los cambios demográficos del país, y la importancia de atender las necesidades de grupos minoritarios del país como los latinos.

La pregunta es si para celebrar a su próximo candidato presidencial, el partido comprará guacamole insípido del supermercado, o si optarán por una receta más auténtica, como la de Jeb Bush.

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