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Día de la Independencia: Libertad de la tiranía

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¿Es el 4 de julio solo un día para las carnes asadas, los amigos y la familia?

Eso le pareció a un amigo mío hace unos años en una reunión del barrio en el Día de la Independencia. Estaba muy sorprendido al enterarse de que la mayoría de los niños que asistieron no sabían por qué estaban festejando.

Recordé este incidente y el asombro de mi amigo cuando visité recientemente Cambridge para celebrar la graduación de mi nieta. Después, visitamos algunos de los muchos sitios históricos del área de Boston y realmente me impresionó la exhibición de Minute Man, en el Parque Histórico Nacional Minute Man. Me recordó vívidamente los sacrificios y el coraje que estos agricultores y mercaderes exhibieron en su lucha por la libertad.

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Tal vez es por eso que tenemos que recordar la fundación de nuestro país. Para que recordemos cómo los demás respondieron en un momento de necesidad y podamos pararnos y hacer un balance de lo que estamos haciendo hoy con las libertades que nuestros antepasados lucharon para alcanzar para nosotros.

Al celebrar el 239 aniversario como nación independiente, tenemos muchas cosas que celebrar y de las que estar agradecidos. Uno de los cimientos de nuestro país, del que muchas otras naciones carecen trágicamente, es el compromiso con la libertad religiosa que hemos mantenido a través de los años. Sin embargo, he aprendido que este compromiso requiere la renovación fresca con cada generación sucesiva. No podemos dar por sentado que todos nuestros ciudadanos entenderán y apreciarán este componente crucial de nuestra historia, ni reconocerán qué tan importante es que debe continuar.

Dicho esto, es importante tener en cuenta que Estados Unidos siempre ha sido un país religioso y hoy más de la mitad de los estadounidenses todavía asisten a un lugar de culto cada semana. En el corazón de la religión está la oración, con aún más estadounidenses que oran que los que van a la iglesia. Y de acuerdo con las encuestas colectivas, entre un 85 por ciento y un 94 por ciento rezan regularmente. A medida que se acerca el Día de la Independencia, podemos evaluar el progreso logrado por tener la cláusula de libertad religiosa de la Primera Enmienda y alentar a los responsables políticos que trabajan en la solución de los problemas sociales de los Estados Unidos a ser conscientes de los beneficios que la práctica de la religión ha tenido y sigue teniendo en nuestra nación.

Uno de estos beneficios se muestra en la vida de Mary Baker Eddy, una mujer de Nueva Inglaterra, que encontró tanta fuerza espiritual a través de la comprensión de Dios que fue capaz de fundar una iglesia incluso antes de que a las mujeres se les permitiese votar. Ella tal vez tenía un sentido aún más profundo de la libertad religiosa, incluyendo la convicción de que una correcta comprensión del Amor divino en sí podría liberar al individuo de todo tipo de injusticia, incluyendo la mala salud. Su libro, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, está lleno de mensajes de búsqueda de la libertad; especialmente del miedo, que puede causar la enfermedad. Dice: “Debiéramos dominar el temor en vez de cultivarlo” porque “la enfermedad, la dolencia y la muerte proceden del temor”. Por el contrario, dice de Dios que: “Solo la acción de la Verdad, la Vida y el Amor [divinos] puede dar armonía”.

Muchos miles de personas han sido curados reflexionando en su oración pensamientos como éstos que esclarecen los escritos inspirados de la Biblia y las curaciones demostradas por Jesús.

Me parece que el Cuatro de Julio es un buen momento para reavivar ese profundo aprecio por la libertad, que nuestros antepasados nos dieron, y para valorar la promesa más profunda y espiritual de la libertad. Como Eddy nos animó a darnos cuenta, ahora es el momento de aceptar la “libertad gloriosa de los hijos de Dios”, ¡y ser libres!

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