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Escuelas locales suben precios de comida para cubrir pérdidas

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ENCINITAS – Las escuelas públicas están luchando para traer a los estudiantes de regreso a las mesas de almuerzo a medida que más campus suben los precios y ajustan los menús en respuesta a las estrictas regulaciones federales de alimentos que requieren el uso de ingredientes más saludables y costosos.

Los cambios son particularmente dolorosos en los grados superiores, donde los estudiantes suelen salir a restaurantes de comida rápida durante el almuerzo, dejando de lado las opciones más saludables que se ofrecen en el campus. Su partida es un doble golpe para los programas de nutrición escolar que están perdiendo clientes e ingresos, al igual que los costos que están por las nubes por las nuevas directrices.

Siri Pearlman, el especialista en nutrición en el Distrito Escolar Unificado de Preparatorias San Dieguito, dijo que su distrito recientemente elevó los precios de la comida por primera vez en siete años para tratar de equilibrar el presupuesto.

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“Con opciones a la carta tan limitadas, muchos estudiantes salen de la escuela por comida, refrescos y bocadillos dulces”, dijo. “Hemos experimentado una caída del 10 por ciento en los ingresos”.

Las escuelas dicen que las normas obligatorias -que cubren todo, desde los tamaños de las porciones, qué tipos de aperitivos se sirven, hasta qué ingredientes lleva el pan- han hecho que muchos programas de almuerzos operen con pérdidas.

“Las normas y reglamentos son una carga significativa”, dijo Christopher Wright, superintendente asociado de los servicios comerciales con el distrito de Oceanside. “Es un programa difícil de manejar”.

En respuesta a las crecientes pérdidas, los distritos escolares públicos han aumentado sus precios en varias comunidades de la región, después de años de sostenerse sin aumentos. Dicen que probablemente habrá más alzas.

Las pérdidas del programa de almuerzos en el año fiscal 2014-15 se estimaron en los Distritos Escolares Unificados de Preparatorias como sigue: 175 000 dólares en San Dieguito; 100 000 dólares en Carlsbad; 118 000 en Encinitas; 410 000 dólares en Poway; y la friolera de 700 000 en el Distrito Escolar de Sweetwater.

Eric Span, director de servicios de nutrición de Sweetwater, dijo que podría tomar dos o tres años para salir del hoyo. “Vamos a trabajar agresivamente para controlar los costos, y asegurarnos de que bajen”, dijo.

El Congreso considera ayuda

El mes pasado, Pearlman fue invitado por la Asociación de Nutrición Escolar -un grupo comercial con sede en Washington, que representa a los distritos escolares de todo el país- para hablar con personal del Congreso sobre cómo las nuevas pautas de nutrición están afectando a los programas de comidas escolares. El Congreso está en proceso de reautorización de la Ley de Niñez Sana y sin Hambre de 2010 y está sopesando cambios que podrían dar algo de soporte a los distritos.

“Las escuelas están trabajando más duro que nunca para proporcionar opciones frescas y atractivas para los estudiantes, como paninis en pan integral y sushi con arroz integral”, dijo Pearlman. “Estamos cumpliendo con la obligación de servir todos los alimentos integrales, y estamos buscando continuamente opciones y recetas que sean aceptadas por nuestros estudiantes”.

Es una acción difícil de equilibrar el ofrecer alimentos nutritivos que los estudiantes quieran comprar y comer, y que además los programas de almuerzos escolares puedan permitirse el lujo de servir, dijo.

“Aunque los nuevos estándares de nutrición han traído consigo muchos cambios positivos en las comidas escolares, algunas de las reglas han aumentado drásticamente el costo de preparación de las comidas escolares, y afectado las tasas de participación de los estudiantes y, como resultado, los ingresos”, dijo Diane Pratt-Heavner, una portavoz de la Asociación de Nutrición Escolar.

A nivel nacional, la asociación estima que 1.4 millones de niños menos elegirán los almuerzos escolares cada día a causa de las nuevas normas, mientras que los distritos escolares absorben 1.2 mil millones de dólares para cubrir los nuevos costos laborales y de alimentos asociados a las nuevas reglas.

“Esto pone en peligro la sostenibilidad financiera de muchos programas de comidas escolares y limita su capacidad de invertir en menús atractivos, innovadores que puedan atraer a los estudiantes de nuevo a la cafetería”, dijo. Para hacer frente a estos desafíos, su asociación solicita más fondos y flexibilidad para los planificadores del menú escolar.

El dilema panini

Para ayudar a cubrir algunas de las pérdidas, Pearlman quiere que el gobierno federal aumente el reembolso por comida a 35 centavos.

Además, ella quiere que sean levantadas las cargas regulatorias que fuerzan a las escuelas a tomar opciones de comidas escolares saludables fuera del menú a la carta, lo que limita innecesariamente las elecciones estudiantiles y la reducción de ingresos para los programas de comidas. Por ejemplo, con el propósito de continuar sirviendo los populares paninis a la carta y que cumplan con las nuevas regulaciones federales de Bocadillos Inteligentes, las escuelas tienen que encontrar pan integral de masa fermentada ácida (sourdough).

Al trabajar con la panadería S & S en Otay Mesa, el distrito escolar de Pearlman fue capaz de desarrollar una masa fermentada integral de cereales, pero necesita hacer rebanadas de menor tamaño para cumplir con las necesidades calóricas.

El distrito escolar sigue ofreciendo paninis para los almuerzos escolares pero el pan cuesta 43 por ciento más (10 centavos la onza en comparación a 7 centavos). En consecuencia, las ventas de panini han disminuido porque el precio de venta sigue siendo el mismo, mientras que la nueva versión de grano integral luce más pequeña y parece ser de menor valor a los ojos de los estudiantes-clientes.

“Todos nuestros clientes de distritos escolares se enfrentan a desafíos”, dijo Peter Thompson, gerente general de S&S, que hornea el pan y otros productos para los 16 distritos escolares en el condado de San Diego. “Un par de nuestros distritos están luchando con su presupuesto para alimentos”, dijo. “Es un caso clásico de sobrerregulación. Le han quitado la capacidad a los profesionales de ser creativos con lo que ofrecen en alimentos. No se puede ser creativo, aunque lo intentan. Y sí que lo intentan”.

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