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Máscaras Tlahualiles recorren Riverside

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Cerca de 300 personas participaron en una procesión de Tlahualiles en vivo y a todo color que animó las calles de la ciudad de Riverside el pasado sábado 11 de julio.

De esta forma, se celebra por noveno año la tradicional festividad que originalmente tiene lugar en el municipio de Sahuayo, en Michoacán.

Martín Sánchez Andrade, un comerciante establecido en la ciudad de Riverside, es considerado por muchos el alma de esta fiesta que el año próximo cumplirá su primera década. Sánchez Andrade empezó con esta festividad en el patio de su casa sin imaginar que crecería a lo que es hoy.

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En la entrada de White Park daba la bienvenida un danzante construido con objetos que para muchos serían basura, corcholatas, discos, teléfonos, juguetes y pedazos de cobre. Ese danzante majestuoso es una de las piezas que adornan el patio-museo de la casa donde tiene su negocio Martín Sánchez Andrade.

Pero Tio’s Tacos no es solamente un negocio, también es un punto de encuentro y un centro cultura reconocido por las autoridades de Riverside y donde se puede disfrutar de arte hecho con materiales reciclados, entre los que hay alas, fuentes, puertas, escenas de la vida cotidiana y una capilla donde ir a orar.

La danza de los Tlahualiles es una peregrinación en la que la comunidad recorre las calles llevando al apóstol Santiago. El apóstol está representado como un guerrero que monta su caballo blanco y levanta la espada para combatir el mal, aclaró Sánchez Andrade, quien ha hecho de esta celebración anual su razón de vida.

Al avanzar durante la peregrinación se oye el cascabeleo que producen los pequeños cilindros de hojalata que cuelgan del saco o chaleco de los danzantes. Esos cilindros de hojalata, de dos pulgadas cada uno, chocan unos con otros produciendo el melodioso ritmo con que llevan el paso los que van en la peregrinación.

Los Tlahualiles de Riverside

Los sahuayenses de Riverside celebran su fiesta, con una semana de anticipación y por eso contaron este año con la presencia de los dos presidentes municipales, el saliente, Francisco Sánchez Sánchez y el recién electo, Armando Tejeda Cid.

Francisco Sánchez Sánchez es responsable de que muchos pueblos hayan donado sus máscaras a Riverside. Esas máscaras traídas desde Sahuayo, fueron donadas por cada familia o pueblo para que los jóvenes y niños, hijos de emigrantes, no pierdan su identidad.

La procesión partió del patio de Tio’s Tacos, donde se reunieron para prepararse los participantes, hacia Chestnut Street, rodeando White Park por Whittier Place y entrando por Market Street hasta llegar al kiosco. Por el trayecto, de aproximadamente cuatro a cinco cuadras, tocaba La USA Banda Sahuayo.

“Brinquen, salten, aunque se cansen”, dicen a los niños los mayores que son quienes preparan a los pequeños para que participen. Al saltar, aumenta el cascabeleo y la algarabía de los asistentes.

“Todo el público a brincar”, invitan desde el kiosco la banda, el maestro de ceremonias, y los animadores, miembros de las familias participantes que luego se distribuyen entre el público para conseguir que haya más bulla.

Cada danzante lleva en la cabeza una mascara hecha de cartón, barro, diamantina y plumas que pesa entre 60 y 80 libras. Las familias o pueblos trabajan todo el año en su máscara que renuevan cada julio.

Con Sahuayo a flor de piel

En la ciudad de Riverside cada danzante es acompañado por su grupo, como sucede originalmente en las fiestas patronales, donde amigos y familiares se visten de una manera divertida. Este año los diferentes grupos eligieron el color de su camiseta y se pusieron relleno para parecer muy gordos.

Sobre el penacho ya sea al frente o en la parte trasera va el nombre del pueblo o de la agrupación. Mendoza, Esperanza o Dolores podía leerse sobre los penachos que representan a la vez a la naturaleza, por el animal que distingue a la máscara y que es el nahual o símbolo personal de cada danzante.

Durante algunas horas los sahuayenses dan rienda suelta a la nostalgia. Nayeli Gaspar y Juan González comentaron con gusto que se alegran de que el evento exista por los niños. Los González se trajeron a toda la familia de siete y le compraron al más pequeño una colorida máscara.

Otros asistentes llegaron de Pomona, Rialto, Carson, Indio y Santa Ana. Alejandro Zapién fue uno de esos visitantes que con emoción se colocó junto a una máscara, casi de su tamaño. Zapién llegó desde Rialto con su padre, Federico Zapién.

Vanessa Sánchez, también originaria de Sahuayo, vino desde Pomona. “Van a subir al santo”, dijo mientras brincaba y los caballos, hechos de lana y fieltro pasaban galopando frente a ella. Los caballos que van en la procesión representan a los conquistadores españoles que enfrentaban a los guerreros danzantes a espadazos, dijo Vanessa.

El coro de quienes acompañan a los danzantes y a la banda recita: “suba, suba, suba, el señor Santiago”. En cada estrofa se recuerda a la virgen de Guadalupe, a Sahuayo católico y a José Sánchez del Río, el mártir cristero, beatificado por Juan Pablo II en el 2006. Sánchez del Río, según aclara Martín Sánchez, murió ejecutado por el ejército que lo apresó, al negarse a renunciar a su fe.

“Muchos de Sahuayo somos Sánchez”, aclara Martín, llamado con familiaridad Tío, por el nombre de su negocio. “Yo soy de los Sánchez pobres de Sahuayo”, puntualiza con humor, pero alegre de que eso no le haya impedido continuar con una tradición que celebran por igual los que tienen y los que no tienen.

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