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Luis Rojas Marcos: ‘El mejor negocio es el bien común’

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La fuerza que nos impulsa a reinventarnos es la búsqueda de la felicidad, según el psiquiatra Luis Rojas Marcos que acaba de presentar el libro Todo lo que he aprendido, en el que recoge 303 ideas y reflexiones “para una vida mejor” fruto de su larga carrera profesional y de sus experiencias personales.

Para este prestigioso psiquiatra, uno de los caminos que nos ayudan a ser más felices es la sencillez, ya que “en el rocío de las cosas pequeñas el corazón encuentra su alborada y se refresca”, asegura Rojas Marcos, recordando una reflexión del poeta libanés Jalil Gibran.

“Habla, canta, baila, reza, ayuda a los otros, date un baño o una ducha, juega con quien sea, haz ejercicio, cocina, come, pasea, practica el sexo. Y no te olvides de que la sonrisa alegra la vida y trasmite dulzura a los demás”, señala Rojas Marcos, en alusión a algunas cosas sencillas que nos ayudan a ser más felices y que, pese a estar a nuestro alcance o incluso vivirlas a diario, a menudo nos pasan inadvertidas o le restamos importancia.

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Rojas Marcos nació en Sevilla (España) y reside en Nueva York (Estados Unidos). Ha dirigido los Servicios de Salud Mental, Alcoholismo y Drogodependencias del municipio neoyorquino y el Sistema de Salud y Hospitales Públicos de Nueva York, y es profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York.

Según este reputado experto en la psique humana, cuando pensamos, soñamos y hablamos, los temas que nos resultan más interesantes y emotivos son aquellos que tratan de nosotros mismos, de nuestra vida y de las cosas que nos importan, y “al hablar de nosotros mismos ofrecemos la información más reveladora”.

Rojas Marcos ha compartido algunas reflexiones y recomendaciones destinadas a disfrutar de las cosas sencillas de la vida a través de tres áreas clave de nosotros mismos: nuestro cuerpo, a través de cuyos sentidos y percepciones recibimos los estímulos placenteros; nuestra la mente, una inagotable fuente de hallazgos e ideas reveladoras; y nuestras emociones, que nos abren al afecto y nuestro lado más humano.

Los placeres

“Nuestro cuerpo nos cuida y es la fuente primordial de placer. Todo lo que el cuerpo puede hacer tiene la capacidad de ser placentero. Gracias a las percepciones de los sentidos, nos relacionamos con el mundo y con los demás. El cuerpo también nos cuida sin que nos demos cuenta, a través de nuestro corazón, del sistema inmunológico, de los reflejos, de la piel”, explica el psiquiatra.

“Nuestro cuerpo forma parte de los cimientos sobre los que se construyen nuestros momentos más felices. Cuando pensamos en el placer corporal, una de las primeras cosas que nos suele venir a la mente es el sexo. Sin duda, en sus múltiples formas, el goce sexual es un regalo. Pero el mundo del erotismo humano se expande extraordinariamente cuando añadimos a las prácticas sexuales la dimensión psicológica, la fantasía, el romance y el amor”, señala Rojas Marcos.

Para este profesional, “además del sexo, son incontables las actividades físicas que contribuyen a nuestra satisfacción con la vida, sobre todo si las realizamos en compañía. Esto explica que, desde el amanecer de la Humanidad, hayamos inventado infinidad de juegos, danzas y deportes que estimulan la producción de las hormonas del placer o endorfinas en el cerebro y provocan emociones placenteras y estados de ánimo positivos”.

“¡Y no olvidemos que, gracias a las percepciones de nuestros ojos, oídos, olfato, gusto y tacto captamos estímulos deliciosos y fascinantes que nos ofrecen experiencias muy dichosas!”, recalca.

La mente y las palabras

“La extroversión permite conectarnos a través de las palabras, organizar los pensamientos y validar los sentimientos. Si describimos las imágenes y las emociones que nos abruman en situaciones estresantes, reducimos su intensidad y la posibilidad de que se hundan en el inconsciente y nos provoquen ansiedad. Narrar lo que sentimos nos ayuda a transformar los miedos abstractos y las emociones confusas en pensamientos coherentes”, señala Rojas Marcos.

“Hablar y narrar los avatares de nuestro día a día es enormemente gratificante y protege nuestra felicidad. Poner en palabras lo que imaginamos, pensamos y sentimos es muy saludable; nos ayuda a desahogarnos, a entendernos y a neutralizar el estrés que acumulamos a lo largo del día”, señala este psiquiatra.

Y si en el momento preciso no tenemos cerca a nadie con quien conversar, este experto recomienda “hablarle al perro, al gato, al pajarito, a la planta, o incluso hablar en alto con nosotros mismos y, si alguien os descubre y se sorprende, explicable tranquilamente que os lo ha aconsejado un amigo psiquiatra”.

Pero, según Rojas Marcos, “hablar es algo más, pues gracias a las palabras ningún ser humano es una isla. Comunicar y compartir nuestros sentimientos nos permite conectarnos con otros y recibir comprensión, apoyo y consuelo de quienes nos escuchan. Sin duda, las relaciones afectivas han sido y siguen siendo el medio primordial para vivir las experiencias más dichosas”.

Las emociones

“El mejor negocio es el bien común. Todos hemos comprobado en algún momento los beneficios de esa ley natural, según la cual la mejor manera de experimentar alegría, paz interior, ilusión y otras sensaciones positivas, es sencillamente, hacer algo por los demás. Y es que nuestra ineludible tarea diaria consiste en convivir y ayudarnos los unos a los otros”, destaca este profesor de psiquiatría.

De acuerdo con Rojas Marcos, “es un hecho comprobado que las actividades altruistas aportan felicidad a quienes las practican y que las tareas que canalizan nuestra solidaridad y bondad hacia los demás, no solo son beneficiosas para quienes las reciben, sino que también son muy saludables y gratificantes para quienes las llevan a cabo, pues nutren nuestra alegría, nuestra confianza y nos hacen sentirnos útiles”.

“Está científicamente demostrado que las personas que practican el voluntariado, aunque solo sea una hora a la semana, muestran menos estrés, duermen mejor, y gozan de una autoestima más alta que quienes no lo practican. Las obras solidarias alientan las uniones felices entre los seres humanos, promueven el optimismo y la esperanza, amortiguan el impacto de los infortunios y protegen nuestra satisfacción con la vida”, revela este psiquiatra.

“Cuando trato sobre la felicidad siempre recuerdo las palabras de Charles Darwin en su obra sobre las emociones. Cuenta este sabio que un día le preguntó a un niño de pocos años qué significaba para él ser feliz; el pequeño le respondió: ‘Hablar, reírme y dar besos’. No creo que haya una definición más práctica y acertada de la dicha”, concluye Rojas Marcos.

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