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Carlos Arellano y Rafael Mendoza cantarán a la poética de lo cotidiano

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Carlos Arellano y Rafael Mendoza

Cuándo: Sábado 30 de mayo, 9 p.m.

Dónde: El Lugar del Nopal, privada Cinco de Mayo 1328, Centro, Tijuana.

Cuánto: 250 pesos

Informes: (664) 685-1264,

facebook.com/lugardelnopal.forocultural

Explorando en forma poética lo cotidiano a través de la canción, dos de los más importantes y longevos cantautores mexicanos, Carlos Arellano y Rafael Mendoza, brindarán un concierto en el icónico El Lugar del Nopal de Tijuana el próximo sábado 30 de mayo.

En entrevista con Enlace, Arellano dijo que pese a sus orígenes estéticos distintos, en los que Mendoza “crece al amparo del Nuevo Canto mientras que mi raíz viene del rock”, explorarán “una relación musical y amistosa muy íntima de más de 20 años”, asimilando en forma disímil influencias que van del bolero al huapango, al blues, y la música brasileña.

“Coincidimos es el trabajo laborioso, buscar mucho la pulcritud en el bien decir, cuidar mucho no los temas sino cómo se tratan y abrevar de la poesía”, indicó Arellano.

El cantautor nacido en 1957, como otros en su generación, dijo haberse nutrido del trabajo de Jaime Sabines, “y luego de otras figuras clave de la poesía mexicana como Rubén Bonifaz Nuño, quien murió apenas hace dos años, o el chiapaneco Efraín Bartolomé, además de los grandes Octavio Paz y José Emilio Pacheco”.

En sus canciones, dijo Arellano, busca crear “pequeños artefactos que cuentan pequeñas o grandes historias que se quedan en la memoria”.

Su anhelo es que puedan ser escuchadas no solo por “la gente que ha vivido como yo, un público universitario, sino por gente de otros estratos sociales y culturales a las que sin embargo les llegan y tocan”.

El creador dijo que a lo largo de sus 30 años de carrera ha sido afortunado al tener “un público cómplice en muchas partes del país. Es una fortuna saber que casi siempre hay alguien que alguna vez tuvo un casete tuyo, que te dice que con una de tus canciones conquistó a su pareja”.

Avecindado desde hace 23 años en San Baltazar Tetela, Puebla, Arellano logró insertarse “en el movimiento de la canción independiente en el DF con gente que hacía cosas comunes como Armando Rosas, Rafael Catana, Marcial Alejandro o David Haro”.

Arellano forma parte de los personajes incluidos en el documental Rupestre (2014) de Alberto Zúñiga, que hace la crónica del movimiento musical alentado por el trabajo de Rockdrigo González, quien falleciera en el sismo del 19 de septiembre de 1985.

En 1986 Arellano graba el primero de sus cinco discos, Canciones domésticas, que incluyó la icónica canción Nunca dejaré que te vayas, difundida por la revolucionaria estación radiofónica defeña Espacio 59.

“Le tengo un especial cariño. Nació como si estuviera flotando y yo la hubiera tomado. A veces te peleas mucho con las canciones, luchas por meses. La gente se agarró pronto de ella, circulaba en los casetes de antología que se regalaban entonces novios y novias. Gente me dice que no me conocía, pero que conocía la canción”, indicó.

Actualmente, Arellano considera todavía esencial en su trabajo con la guitarra la matriz del rock y la voluntad de hacer sus textos cada vez más concisos y menos herméticos.

“Estoy grabando un disco que llamo en forma tentativa Sueño lateral en el que por primera vez intento meterme con muchas herramientas de la modernidad como el uso de percusiones pregrabadas, el juego, el uso del accidente como parte de los arreglos, el usar ciertos ruidos como ambientación. Sin pensar que quiero inventar el hilo negro me tiene muy emocionado”, añadió.

Autor también de El Baile de las cosas (1990), Nada en su sitio (1994), La Jauría (1998) y Zombra 0 (2009) que sube al internet para su difusión gratuita, Arellano también participó en la grabación independiente El giro de la Artesa (2006, Panadería Los Ortiz).

Arellano es también panadero artesanal, dice, como una forma de seguro contra las vicisitudes del trabajo musical independiente y no comercial.

“Tiene que ver también con el desarrollar otra parte de uno, la habilidad manual y el gusto de comer lo que tú haces. También junto con mi familia tengo un gusto medio hippie por labrar la tierra, cuidar de árboles frutales, mirar las flores, se convierte en una forma de hacer crecer tus últimos años sobre la tierra”.

Las canciones de Arellano exploran temas como la rebeldía ante la resignación en Nunca dejaré que te vayas: (Nada que hacer/si me grita mi mujer/que ya está harta/que está ronca y ya no aguanta/un día más), el significado de lo cotidiano en Pan para el hambre: (Pan para el hambre/pan para los sentidos/pan como un arte/efímero y divino), los ritmos cotidianos en Descansa (Descansa, olvídate de todo menos de mí/que la mugre de los días no nos va a cubrir/si tu descansas amor mío/tu descanso será mío), y la soledad en Ella (Ella amaneció de nuevo sola/sola acarició los restos de un amor/un amor atravesado, agarrado a su corazón/más lo cierto es que mucho/de ese amor confuso se lo imaginó).

Otra de sus canciones definitorias tempranas es Treintañeros, cuya ética todavía le aplica, indicó Arellano: Esta rola, a esa flota treintañera/que nació entre rocanroles/y entre rocanroles ha de morir./No hagan olas/los que dicen ¡oh que pena/que ya estando tan huevones/no se quieran corregir!/si somos muy buenos muchachos/acaso un poco borrachos/muy decentes, eso sí…

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